Este año tampoco ha habido turismo en Belén. Esta vez no ha sido la intifada ni la tensión entre israelitas y palestinos. Este año, la iglesia de la Natividad en Belén, donde nació Jesús, ha sido casi íntima. Unos pocos turistas y peregrinos acudieron, pero realmente irrelevante. Las entradas en Israel desde el extranjero están prácticamente cerradas debido a la nueva variante del virus, lo que ha ocasionado que todo esté parado, pese a que este año sí se han podido celebrar diversas actividades.
Algunas mujeres presentes llevaban atuendos tradicionales palestinos. El color dominante era el rojo, de Santa Claus. No obstante, el ambiente dejaba que desear para cualquier acostumbrado a ver unas Navidades en tiempos normales.
Porque, como en 2020, este año tampoco había extranjeros. Según las cifras oficiales, en 2019 hubo más de tres millones de visitantes a los territorios palestinos –Belén es uno de ellos--, y la mayor parte de esos visitantes estuvieron en Belén, incluso aunque no fuera cristianos. Este año, sin embargo, ha sido íntimo, explica a la prensa Ibrahim Faltas, un sacerdote cristianó que ha tenido participación tanto en la organización como en el seguimiento de los eventos.. “Tenemos que armarnos de paciencia y esperanza ante las dificultades –dijo—y rezar para que esta nube que es el Covid nos abandone y podamos tener en 2022 un año mejor.”
Rula Maayah, el ministro palestino de Turismo señaló que este año sí fue posible organizar eventos en Belén –un asunto en el que tiene parte--, pero al igual que ocurriera el año pasado, no hubo casi nadie del extranjero. El año pasado tampoco se hizo ningún acto porque por entonces las medidas de control de la epidemia eran durísimas.
En cambio, en este 2021, los locales, incluso más allá de su devoción religiosa, acudieron a Belén, pero no bastaron para dinamizar la economía.
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