El bando que defiende la implantación de la tasa turística valenciana ha perdido uno de sus mejores contendientes. La que fuera vicepresidenta de Ximo Puig, y responsable de Compromís, Mónica Oltra, presentó su dimisión esta semana tras ser imputada por supuesto encubrimiento a su marido en un caso de presunto abuso a una menor. (Los hoteles estallan contra la tasa turística de la Comunidad Valenciana)
Tras siete años en el cargo, esta ausencia deja en el aire la aprobación de una tasa muy cuestionada. Pese a ser una de las iniciativas más destacadas del Pacto del Botánico (PSPV-Compromís-Unidas Podemos), que el texto ya está avanzado, y que el compromiso de algunos sigue firme, la llegada de un nuevo/a vicepresidente podría retrasar su tramitación.
Otro de los escollos es tratar convencer definitivamente a Ximo Puig y a muchos otros socialistas que no terminan de ver la efectividad de la medida. El propio secretario de Turismo de la Comunidad, Francesc Colomer, uno de los más firmes opositores, señaló recientemente que “esta no puede ser la respuesta institucional a un sector como el del turismo”, calificándolo de “un error político”. (El Gobierno de Valencia, contra su propio impuesto turístico)
A ello se suma la firme indignación del sector turístico, que considera lamentable que se esté intentando introducir un nuevo impuesto en medio de un proceso de recuperación. Desde Hosbec criticaron es algo “que nadie quiere y nadie va a implantar si no es desde el punto de vista de una élite acomodada que vive en un mundo irreal exento de dificultades”.
Incluso el propio texto parece un poco descafeinado en algunos sentidos. El objetivo del Botánico es estar al nivel de París, Berlín o Bruselas, pero no obligan a implantarlo. Serán los Ayuntamientos los que decidan si aplicarlo o no, y, por el momento, la balanza en los municipios valencianos se inclina hacia la negación. (El boicot de municipios debilita la tasa turística valenciana)
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