La situación de París, a días del inicio de los Juegos Olímpicos, es todo lo contrario a lo que debería suceder en buena lógica: hay plazas hoteleras vacías y los comerciantes y restauradores se quejan amargamente de que no tienen clientes. Si ustedes se preguntan si les falta algún detalle para completar esta imagen, la respuesta es positiva: les faltaba por saber que toda la ciudad está bloqueada y que para transitar hay que llevar un código QR que los policías exigen en cada esquina (Alarma en París: hoteles vacíos pese a los Juegos Olímpicos).
Es verdad que con los atentados terroristas que Francia había venido sufriendo antes de la pandemia había que tomar precauciones, pero en este caso las cosas parece que han tenido un efecto contrario. “A pesar de las previsiones optimistas, la actividad desde junio está muy baja, con una caída de la facturación del 30 por ciento respecto de otros años en estas fechas”, dice un comunicado de las patronales de restauradores y bares y cafeterías y la de los comerciantes y el ocio nocturno (GHR, Sneg y Culture Nuit).
Los restaurantes y brasseries de la plaza del Trocadero, opuesta a la Torre Eiffel, dicen haber perdido el 70 por ciento de las ventas, debido a que en su zona el acceso está absolutamente limitado. “El efecto de las barreras en las calles es de rechazo por parte del público”, indican los empresarios que, por otro lado, comprenden que no puede haber un atentado bajo ningún concepto.
Y entonces, los empresarios ponen la mano: “queremos una compensación justa y rápida para paliar las molestias y pérdidas sufridas a causa de los Juegos Olímpicos”.
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Pues no se nota por los precios que hay.
Que se xodan.
Que cierren por vacaciones y problema solucionado.
Los JJOO seguro que tienen efectos en determinadas zonas pero el descenso de consumo desde junio no es exclusivo de Paris analicen por ejemplo Barcelona porque también desde mayo la restauración en general está facturando menos.