En el penúltimo mensaje de WhatsApp, Pedro Pascual me escribió: “Rafa, estamos envejeciendo y esto no puede ser”. En el último: “Rafa, no puedo ir al almuerzo de Miguel [Fluxá] y bien que lo siento. Tengo una revisión inaplazable”. Se aferraba a la vida, pero esta se le marchaba “poc a poc”. Pedro el prudente, Pedro el solidario, Pedro el sonriente, Pedro el compañero, Pedro el tipazo se fue para siempre este domingo como se pudo haber ido hace un par de años o como podía haber permanecido entre nosotros otros años más (Fallece Pedro Pascual, dueño de Viva Hotels).
“He perdido mucha fuerza y tengo que ir en silla de ruedas. Por lo demás estoy bien. Cada 15 días voy a Son Espases y todo está en orden. No puede pasar otro verano sin vernos”, me comentaba antes de Navidad. La enfermedad era dura, pero él la llevaba con entereza y con una de sus principales características: la sonrisa. Una sonrisa que transmitía toda la bondad que llevaba por dentro, que era inmensa. Si no el primero, Pedro fue el empresario hotelero más bondadoso que he conocido en casi 50 años de profesión.
En la pandemia me mandó una fotografía de los dos en su barco, con Luis Carrasco (un empresario del mismo corte) en la popa. “Esto hay que repetirlo “, me escribió. En la imagen que me remitió (2019) no estaba enfermo, pero en el verano de la pandemia ya le había hecho mella. Solo discrepé con él en una ocasión: cuando se emperró en construir un hotel en un lugar que yo conocía mucho mejor, en una zona querida por mí pero muy estacional.
Se desvivía por todo el mundo y sacaba tiempo para solventar los problemas de sus vecinos de Inca, los de sus amigos, los de sus socios. Supervisó la obra de mi casa (era aparejador) y me buscó los mejores proveedores. Nunca tuvo una mala palabra para ningún colega ni para sus excompañeros de Viva. También le echó una mano a Hidalgo en sus desaguisados de República Dominicana. Excellence se llama la cadena del Caribe de la que era socio y excelente fue Pedro Pascual. Un señor.
Mi mas sentido pésame!!