En unas pasadas fiestas de Sant Joan, en Ciutadella, Menorca, pudo haber cualquier desastre porque el número de borrachos se había descontrolado. La ciudad quedó sorprendida de que el saldo de aquel desmadre hubieran sido unos pocos heridos cuando aquello pudo haber acabado en una tragedia.
Entonces, el ayuntamiento dijo que iba a cambiar el reglamento que regula la ingesta de bebidas alcohólicas y que lo iba a hacer por tal y cual motivo. Un rollo muy bonito de escuchar.
El presidente de la patronal de bares y restaurantes, también entrevistado por los medios de comunicación, fue demoledor: aclaró que ya existía una normativa en vigor que limitaba el consumo y que simplemente no se aplicaba porque no había ni un policía municipal en las calles controlando su cumplimiento. No dudaba de que era posible mejorar la ordenanza, pero que daba lo mismo cuánto mejor fuera esta si no se iba a aplicar, como venía ocurriendo hasta ese momento con la que estaba en vigor.
Eso, exactamente eso, es lo que ocurre en Mallorca, Baleares y España con la legislación en materia de viviendas vacacionales: existe pero no se aplica. No hay suficientes funcionarios, estos no tienen mucho interés en trabajar un minuto más allá del horario que, por cierto, incluye vacaciones en verano, tampoco van a hacer un esfuerzo descomunal por un negocio que no preocupa a nadie y, en definitiva, no hay controles (“La vivienda turística se escapa de todo lo regulado y no tiene control”).
Pero los políticos tienen que mostrarnos que son valientes y que no se arredran ante nada. Entonces, endurecen las sanciones, como si ese fuera el problema. Esto es lo que acaba de hacer el Gobierno de Baleares. Y ahí se acaba todo. Tiros al aire. Ruido. Valientes en el palabrerío, pero incapaces de aplicar la ley que ellos mismos aprobaron. Encima, por supuesto, con eso no basta porque la saturación turística no es el resultado sólo de las viviendas ilegales sino también de las legales que han llevado a que el vecino del rellano también sea un hotel y a que los aparcamientos más insospechados estén hoy invadidos de coches de alquiler (Baleares prohibirá nuevos pisos turísticos y subirá las multas).