Reconocimiento al 'Adolfo Suárez' de la cuna del Turismo

La figura de Jeroni Albertí ya forma parte de la historia como el 'Adolfo Suárez' de Baleares, en su rol de arquitecto de la estructura política de la cuna del Turismo.

Su expresión limpia y sonrisa auténtica reflejaron un carácter conciliador y tolerante que facilitó sobremanera establecer el sistema desde el que han emanado los mayores gigantes globales del turismo vacacional.

Jeroni Albertí fue el protagonista indiscutible de la creación de las instituciones baleares, de igual modo que a nivel nacional se le atribuye a quien bautiza al aeropuerto de Madrid-Barajas como artífice político de la Transición al frente de la UCD.

Se espera por tanto que el ex presidente del parlamento balear y del Consell de Mallorca reciba un reconocimiento proporcional a todo progreso al que contribuyó desde sus responsabilidades claves en el momento más decisivo en medio siglo.

Mallorca se pudo convertir desde los años 80 en el lugar desde el que casi se monopolizó la iniciativa para el desarrollo turístico, primero en la Península y luego en Canarias, en un liderazgo nacional al que desde los 90 se sumó también el intercontinental con el histórico desembarco en el Caribe.

Y el puesto de privilegio actual de las empresas baleares en el escenario turístico mundial no solo se ha ceñido a una generación irrepetible de emprendedores, sino que también ha dejado un legado en la multitud de cuadros ejecutivos de primera fila.

Precisamente, Francisco Albertí, hijo del fenecido, representa uno de estos directivos que es considerado como el mayor experto español de expansión hotelera, habiéndose responsabilizado de ella para Meliá --con su tío Gabriel Escarrer--; para Riu --de la mano de Luis Riu--, y para Iberostar --codo con codo con Miguel Fluxá--.

Junto a él, una hornada de cargos regionales, corporativos, directores de hotel o de área han podido formar unas lustrosas carreras profesionales internacionales, procedentes de su base mallorquina, y no a igual escala desde otros lugares, del mismo modo que puede extenderse al personal de base.

La personalidad de Jeroni Albertí, sin el menor gramo del resentimiento o desprecio a quien pensase diferente, hizo posible una legislación fundada desde la cordialidad, que ha demostrado su validez con los diferentes gobiernos de todo el espectro que se han venido alternando en el Archipiélago sin que por ello se haya frenado que Baleares registre hoy sus mayores récords.

Este perfil integrador y demócrata ha sido alabado recientemente por representantes de todas ideologías y sectores, tanto políticos como periodísticos, en unos tiempos en el que la calidad de las autoridades ha ido degradándose hasta casos especialmente dañinos en los extremos de ambos espectros.

Precisamente, una aportación decisiva para la fortaleza de Baleares --en la que no se ha puesto tanto el foco-- fue el papel de Albertí Picornell en promover una sociedad civil robusta, como impulsor del asociacionismo.

Así, la deuda de las islas y del Turismo con el padre de la Autonomía balear estimula a que se ensalce su obra y estilo con un permanente recuerdo muy visible y muy presente en la rutina ciudadana, a fin de que esta pueda contagiarse de un referente en los valores que han sacado lo mejor de ella.

Hace 50 años resultaba difícilmente imaginable que el Archipiélago pudiese ostentar el liderazgo mundial en alguna materia, y la prosperidad de la que desde entonces se han beneficiado cientos de miles de familias tuvo un hito con el marco jurídico del Estatut y un modelo social bajo criterios de honor y convivencia, promovidos por quien careció en vida --como algún otro-- de un reconocimiento equivalente a cuánto esplendor propició.