Para que digan que la Casa Real británica no sirve para nada: la cadena hotelera Best Western ha registrado en la semana siguiente a la boda del príncipe Harry, un aumento de reservas del 46 por ciento en vacaciones en el Reino Unido. El domingo 20 de mayo por la noche, el aumento era del 19 por ciento. La prensa británica se hace eco de este fenómeno que asocia con la boda del Príncipe Harry con Meghan Markle, televisada a todo el mundo como un acontecimiento social de relevancia.
Desde luego, los ingleses, aunque sólo sea por razones de promoción turística, han de estar contentos con su familia real.
La lista de hoteles y cadenas que registran cifras similares es elevada. El viajero más entusiasta con este tipo de eventos es el americano que ya en la boda de Guillermo con Kate Middleton, en 2011, se volcó en visitar Gran Bretaña. En el año siguiente, los americanos se dejaron en Gran Bretaña un 42 por ciento más que antes, alcanzando los 3.350 millones de libras, unos 3.700 millones de euros.
Engañosamente, pero esta vez sin que sea culpa de los británicos, en la boda el clima pareció lo que no es. Es verdad que la semana siguiente a la boda las temperaturas se mantuvieron, pero es algo insólito en ese país.
Si un lugar en el país se ha visto desbordado por la demanda de alojamiento, no sólo de extranjeros, es Windsor, a pocos kilómetros al Oeste de Londres. Airbnb ha confirmado que el incremento de reservas en la zona ha sido de un 194 por ciento, lo que convierte a esta pequeña ciudad donde está el castillo del mismo nombre, en un destino puntero.
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