Este martes tuvo lugar en Palma el funeral por el descanso de Nicolás Moragues, que falleció con 96 años. Moragues pasó sus últimos años con la misma discreción con la que había vivido, aunque de él se podría haber dicho que fue un ‘inventor’ del turismo.
Fue director de banco en Mallorca. Al frente del Banco de Bilbao, fue quien apostó por un negocio hasta entonces desconocido en Baleares: el turismo.
No es exacto que Moragues fuera el único inventor de este negocio, pero sí fue un agente clave sin el que, como mínimo, la prosperidad de Mallorca se habría retrasado.
En los años cincuenta del siglo pasado confluyen en Europa una serie de factores que permiten el nacimiento del turismo de masas: el avión a reacción; las clases medias relativamente pudientes, y la necesidad de tomar el sol en el Mediterráneo. El problema era que viajar era muy caro porque el turismo era de minorías. Ahí aparecen los pioneros del turismo en Alemania y Gran Bretaña: empresarios que se atrevieron a crear un producto que ofreciera todo en un paquete, a precios asequibles. Hotel, avión, guías y seguridad, todo en masa. Sólo faltaban los hoteles, escasos por entonces.
Y ahí aparece Moragues. Algunos mayoristas y el banquero se ponen de acuerdo en ofrecerle a algunos mallorquines un negocio: el dinero para hacer un hotel, con los ingresos anuales garantizados por el mayorista. O sea, cero riesgo. Pero mucho trabajo. El banco era el nexo, el que jugaba en medio. Ganaba, pero también ganaban los demás.
Ese papel de ensamblador del producto turístico convirtió al Banco de Bilbao en pionero en este sector, sacándole muchos cuerpos de distancia a sus rivales durante muchos años. Hoy todos están dispuestos a prestar, pero cuando era realmente una apuesta, estuvo Moragues y su banco.
Vivió siempre con discreción y así también murió. Se podría decir como mínimo que es uno de los coinventores del turismo en Mallorca, sin con ello llegar a exagerar. Descanse en paz.
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