Al sur de Londres, hay un barrio popular que se llama Croydon. En él hay unas instalaciones que tienen en la puerta un avión antiguo. La razón es que allí, en Croydon, está uno de los aeropuertos más antiguos del mundo, el primero de la capital britańica. De ese aeropuerto, por ejemplo, partió el Dragon Rapide, el avión empleado por Franco para viajar de Canarias al continente con motivo del golpe de estado del 18 de julio de 1936.
Pues bien: el aeropuerto está celebrando ahora el centenario de lo que es la primera torre de control del mundo. La ven en la foto. Desde luego, no parece una torre, pero lo era. Hay que situarse, por entonces todo esto de los aviones era minoritario, marginal. Y como tal, nadie sabía muy bien cómo evolucionaría. Los ingleses tenían por entonces un ministerio del aire, que es el que encargó la torre –desde luego, no una inversión muy grande, si acaso igual que las casetas de los vigilantes de seguridad de una playa--. La orden establecía que tenía que tener 15 pies de altura (un pie casi 30 centímetros) y grandes ventanas en las cuatro paredes.
Ian Walker, el responsable de historia de la fundación que gestiona lo que un día fue el aeropuerto, explica que “aquellos pioneros exploraban lo desconocido. Introducían ideas para dar seguridad a los aviones, pero sin conocer cómo funcionarían. Los campos de aterrizaje –eran de hierba—tenían radio y luces, pero no asistían a los pilotos. La torre de control que hoy se considera fundamental, se introdujo en ese momento.”
Los primeros controladores, por llamarlo de alguna manera, daban servicios mínimos por radio, la cual también era una novedad. Pero cuando en Croydon llegan a tener doce vuelos diarios, había que gestionar aquello con un observatorio, la torre, que hablará con los pilotos.
Hoy, cien años después, coincide con el inicio del final de las torres de control, que siguen existiendo pero que cada vez más se empiezan a instalar remotas, lejos de los propios aeropuertos.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo