Indra, la consultora tecnológica española, está introduciendo las torres de control remotas en Asia, en un ejercicio que puede revolucionar los costes de los aterrizajes y despegues e incrementar la seguridad en los aeropuertos pequeños y aislados. Después de que lograra poner en marcha una torre en Noruega, Indra, que no es el único operador tecnológico que ofrece estos productos en el mercado, está expandiendo este negocio que ve como de gran futuro.
Las posibilidades son extremadamente interesantes en India, por ejemplo, donde actualmente está teniendo lugar una expansión aeroportuaria sin precedentes. Los costes de una torre remota pueden ser un 50 por ciento inferiores a los de una torre real por varias razones. En primer lugar, evita la construcción de la torre, lo que es ya un ahorro. Pero sobre todo, permite el aumento de la eficiencia y que varias terminales compartan torre, con lo que se optimiza la gestión del personal al reequilibrar la utilización de la plantilla.
Indra se presenta en Asia como el primer proveedor que incorpora la inteligencia artificial que ayuda a los controladores a llevar a cabo procesos muy delicados. El sistema que se emplea se llama “Deep Learning”, que permite llevar a cabo varias tareas porque acumula conocimiento. Por ejemplo, el sistema detecta si el avión que va a despegar no tiene los flaps sacados. Sin los flaps, como sucedió con el avión de Spanair que se estrelló en Barajas, el avión remonta el vuelo mínimamente pero cae posteriormente. El sistema advierte automáticamente al controlador del olvido del piloto.
Las cámaras del sistema detectan e informan de movimiento inesperados como un coche o un animal en una zona restringida. Igualmente, las torres virtuales pueden incorporar sistemas antidrones, que los anulan. Por las noches, las cámaras tienen visión, pese a la oscuridad, mejorando las condiciones de trabajo de la realidad.
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