En Extremo Oriente, la pandemia no acaba de empezar. Y las aerolíneas están sufriendo sus efectos desde hace ya casi tres meses. Con las flotas en tierra, las aerolíneas se enfrentan a números rojos absolutamente jamás imaginados. Por eso están pidiendo ayuda gubernamental.
Singapore Airlines, una de las compañías de más prestigio del mundo, acaba de recibir 13 mil millones de dólares, que le permitirán sobrevivir y lanzarse al futuro con solvencia. Las ayudas provienen del sector privado, de sus inversores, aunque se desconoce si en última instancia, mediante ingeniería financiera, al final está el estado detrás.
Hace apenas cinco días, antes de este rescate financiero, Singapore Airlines explicaba en su web los recortes en su operativa. Ahora mismo y hasta el final de abril, la aerolínea sólo operará el cuatro por ciento de sus rutas habituales, con el 90 por ciento de sus aviones en tierra.
“Por razones obvias, no tenemos operaciones domésticas –explican portavoces de la compañía--, y esto nos convierte en una aerolínea más vulnerable porque dependemos de otros países para poder volar. Como los países están cerrándose, ahora mismo no sabemos cuando vamos a poder reanudar los vuelos. Esta incertidumbre continuará hasta que los controles fronterizos disminuyan”, para lo cual hoy por hoy no hay fecha. China, donde la epidemia está bastante controlada, está reforzando los controles precisamente para evitar que nuevamente le llegue la enfermedad desde fuera.
El dinero para la supervivencia de la compañía proviene de dos fuentes, por un lado, el grupo financiero Temasek Holdings aporta 15 mil millones de dólares de Singapur y por otro DBS Group aporta otros cuatro mil millones como crédito bancario. Observen que los dos son inversores privados.
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