Air France KLM publicó este viernes, igual que el grupo IAG, sus resultados económicos del segundo trimestre del año (Lufthansa lo hará el 3 de agosto). Y no están mal: los beneficios de ese periodo fueron superiores a las previsiones que había hecho la compañía; transportó 24,7 millones de viajeros, lo que supone un 8 por ciento más que el año anterior; y la compañía reconoció que todos los aeropuertos en los que tiene presencia, incluso Schiphol, en Ámsterdam, operaron normalmente. Sin embargo, la lluvia de noticias positivas fue recibida con una caída del 4 por ciento en el valor bursátil, que durante el día se redujo a poco más del dos por ciento.
¿Por qué esa lluvia de noticias positivas del grupo franco-holandés fue recibida de esta forma en los mercados?
Pues porque los inversores se quedaron con un detalle de los datos publicados ayer: la compañía aérea está fracasando en su intento de contener los costes. Había dicho que haría que no se movieran en este periodo. Sin embargo, se ha visto obligada a admitir que subirán (Air France KLM busca aviones para poder atender la demanda).
Es verdad que hay más inflación, pero también es verdad que en este trimestre el combustible bajó de precio, lo que pone a Air France KLM en una situación inusual. Los problemas provienen de los aumentos salariales, por un lado, y por otro por la reducción de capacidad. En otras palabras: la productividad no termina de aumentar.
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