Alarma en KLM: el ecologismo amenaza su negocio central

Primero se creó un impuesto a los viajeros que parten de los aeropuertos holandeses, aunque se excluyó a los que sólo hacen escala allí; después KLM se asustó seriamente porque se impuso un límite de vuelos y horarios en el aeropuerto de Schiphol que limita seriamente su negocio. Pero ahora el problema es mucho más grave porque el Parlamento holandés estudia una ley para aplicar un impuesto a los viajeros que pasan por el aeropuerto, haciendo escala para otro vuelo (KLM cancela todos los vuelos a Asia por la guerra armenia).

En Holanda apenas hay tres aeropuertos comerciales, Rotterdam, Eindhoven y Ámsterdam, pero el último es el dominante. Schiphol fue en algún momento el segundo de Europa, porque tiene pistas en abundancia. Allí, durante años, KLM puso en marcha uno de los mayores ‘hubs’ del continente: la aerolínea capta pasajeros en todos los aeropuertos pequeños que puede, por supuesto del extranjero, para alimentar sus vuelos de largo radio desde Ámsterdam. De hecho, KLM tiene una aerolínea que se llama City Hopper encargada de esto. Para que se hagan una idea, en incontables aeropuertos ingleses no hay vuelos locales, pero sí opera KLM que diariamente lleva pasajeros a su hub. Lo mismo ocurre en Escandinavia, Alemania, Francia e incluso un poco en España e Italia.

Pero ahora el Parlamento holandés puede acabar con este negocio al aplicar un impuesto a estos pasajeros. Y el destino es ayudar a las familias holandesas a pagar sus gastos de energía.

KLM ha advertido que, si esta propuesta se aprueba, impactará seriamente en los vuelos que salen de Schiphol. Cualquier viajero que escoge dicho aeropuerto tiene alternativas: Frankfurt, con Lufthansa; Londres, con British o Virgin; París con Air France; o incluso Madrid con Iberia, aunque sólo para ciertos destinos. Y si las alternativas son más baratas, ¿para qué ir por Ámsterdam?

Observen de qué hablamos: seis de cada diez pasajeros del aeropuerto son conexiones internacionales. Ya estos vuelos están encareciendo por el impuesto por las emisiones de CO2, que empieza en enero, como para ahora añadir otro obstáculo.

El aeropuerto, de propiedad estatal, también está preocupado. Admite que su contribución a la economía de Holanda peligra si esta tasa se aplicara. Además, el impuesto grava los aviones privados.

Los políticos holandeses menos entusiastas con estas medidas se limitan a decir que están de acuerdo con ellas, pero que debería ser un acuerdo europeo, para evitar que los viajeros sigan volando desde otros lugares.