El gobierno del Reino Unido ha anunciado la eliminación del requisito de Autorización Electrónica de Viaje (ETA) para pasajeros en tránsito. Esta decisión, que a priori busca facilitar la conectividad aérea internacional y salvar algunas rutas, ha sido recibida con alegría por parte de las agencias de viajes, ya que reduce la carga administrativa para los viajeros que no planean quedarse en el país (Reino Unido pone fecha a la entrada del nuevo permiso para viajeros de la UE).
Sin embargo, llega acompañada de una medida polémica: un incremento del 60% en los costos de visado, lo que ha encendido las alarmas en el sector. Según la patronal de agencias (Abta), este aumento, considerado por muchos como un nuevo impuesto encubierto, amenaza con frenar el crecimiento de un sector que, a su juicio, tiene un fuerte potencial de expansión en los próximos años.
La subida en los costos de visado se suma a otros aumentos recientes, como el incremento del Impuesto de Pasajeros Aéreos (Air Passenger Duty) anunciado en el último presupuesto. Representantes de la industria alertan que esta acumulación de cargas financieras podría desalentar la demanda, afectando, no solo a los viajeros internacionales, sino también a la competitividad del Reino Unido como destino turístico y de tránsito.
“Los viajes y el turismo deberían ser gravados de manera justa; los aumentos excesivos corren el riesgo de suprimir la demanda y frenar una industria próspera”, critican desde la asociación.
Esta situación no es aislada. En el contexto europeo, el lanzamiento del sistema ETIAS, una autorización similar al ETA que entró en vigor en noviembre, también está siendo objeto de debate. Afecta a ciudadanos de 60 países, cuesta 7 euros y es válido por tres años (El 10 de noviembre, nuevo control europeo de fronteras).