El que en el pasado fuera el mayor grupo fabricante de aviones del mundo, Boeing, ha gastado 4.000 millones de dólares en tres meses por culpa del incidente de la portezuela desprendida del avión 737 Max de Alaska Airlines y sus consecuencias (Un Boeing 737-9 Max nuevo pierde una puerta de emergencia en pleno vuelo).
El incidente, recordémoslo, tuvo lugar el 5 de enero y desde ese día, durante todo el trimestre, las noticias negativas se sucedieron. Y eso significa menos ventas, menos entregas y más gastos. El balance fue el mencionado, lo que significa que la compañía, en total, perdió 355 millones de dólares en ese periodo de tiempo.
Los retrasos en las entregas, en parte obligados por la decisión de la FAA de aumentar los controles, supusieron una caída del 8 por ciento de los ingresos, hasta 16 mil millones. Las pérdidas de 355 millones, en todo caso, sin inferiores a las mismas del año pasado, porque Boeing lleva ya tiempo con malos resultados debido a los interminables incidentes en su operativa.
Dave Calhoun, el dimisionario máximo ejecutivo, es quien dio explicaciones ayer, porque sigue al frente hasta que se elija un sustituto. Ayer Calhoun sugirió que Stephanie Pope podría ser su reemplazo. Hoy Pope es la encargada de operaciones (Espantada en Boeing: su CEO anuncia su renuncia en plena crisis).
Que benevolente el titular, en otros países la negligencia de un CEO, que obsesionado por los costos pasa por algo la seguridad. Le debería haber costado no solo su renuncia, sino la cárcel.
Al ceo y a todos los que sabiendo cerraron lo ojos y consintiero