No es la primera vez que ocurre: en su momento, cuando nacieron las low cost, Bob Ayling, por entonces director general de British Airways decidió lanzar una compañía propia con costes bajos, que se llamó Go. Operó un tiempo desde Stansted, hasta que fue vendida primero a un fondo y después acabó en manos de Easyjet.
Hoy, el grupo IAG ya sabe cómo va el negocio de las low cost porque es propietario de Vueling: sabe que ha de separar las culturas, que no puede mezclar las compañías y que, por lo tanto, tiene que tener una estrategia clara. Además, al frente de IAG está Luis Gallego, que tiene toda la experiencia en estas situaciones.
Pues bien, IAG ha admitido que está pensando que todo su negocio con base en el aeropuerto de Gatwick pase a ser una filial low cost, con una marca y una identidad diferente a British Airways, que seguiría operando desde Heathrow como aerolínea express.
British, como una compañía legacy, mantiene su gran fuente de ingresos en los viajes de largo recorrido, hoy en crisis. Y, al mismo tiempo, compite parcialmente en Europa con Easyjet, Ryanair y WizzAir. Aunque son culturas muy diferentes, en Gatwick British Airways ha logrado contener sus costes y compite con cierta soltura. La compañía dijo que el proyecto está pendiente de las negociaciones con los sindicatos, el gran obstáculo.
Vueling, ¿low cost?, más bien es una cosa híbrida que ni se sabe lo que es ni a que mercado se dirige. Lo mismo sirve para enlace de un business que paga (o le pagan) 5000 euros que a un weekend traveller de cama compartida en un hostel