Bruselas autoriza el rescate de la aerolínea rumana Tarom

De alguna manera, Tarom (Transporturi Aeriene Romano) nació en 1920, fruto de un acuerdo entre Francia y Rumanía, aunque con otro nombre. Con el tiempo cambió de nombre y pasó toda la época de dominio comunista, con los Ceaucescu en el gobierno, hasta la llegada, en 1989, de la democracia. Pero Tarom, con prácticas internas imaginables, fue incapaz de sobrevivir al cambio de régimen y a una economía de mercado. De hecho, pocas aerolíneas del Este se adaptaron.

Tras años de inestabilidad y pérdidas, con una flota muy reducida (cuenta apenas con 7 aviones Boeing 737, un Airbus 318 y seis ATR), perdía dinero hasta que ahora el Gobierno de Bucarest, acosado por el caos generado durante el Covid, decidió inyectar dinero y salvar la compañía.

Pero para eso necesitaba autorización europea. Teniendo en cuenta que la compañía apenas compite, la decisión no fue controvertida. La Comisión autoriza la inyección de 95 millones de euros como parte de un plan de reestructuración. Las ayudas no se pidieron ahora, sino hace más de dos años, pero el permiso llega ahora.

En realidad, no se trata propiamente de inyectar ese dinero sino de condonarle casi 50 millones de euros de deuda e inyectarle el resto como capital.

Los objetivos de la compañía, en todo caso, son modestos: conexiones regionales, interiores sobre todo.

Bruselas le exige el ‘mantra’ de la Comisión para autorizar ayudas: reducción de su menguada flota y cierre de algunas rutas. Estas medidas se han de aplicar hasta diciembre de 2026, cuando la compañía quedará liberada de estas obligaciones. El gobierno no maneja la idea de privatizar la compañía.