Viernes 15 de enero. 17 horas. Rueda de prensa de Boris Johnson. Se supone que va a dar los datos de cómo va la lucha contra el coronavirus. Hay algunas cifras positivas. Pero, como suele ocurrir, suelta otra bomba en este escenario de constante cambio en las normas: anuncia que desde el lunes 18 de enero desaparecen todos los “corredores” (con sesenta países) que había hasta ahora con algunos lugares del mundo en los que no había suficientes contagios como para alarmarse.
Este anuncio, como ya pasara en anteriores ocasiones, provocó un desastre entre los británicos que estaban en estos lugares, que se han visto obligados a volver corriendo, pagar billetes a precios de oro, y evitar así tener que estar diez días encerrados en sus casas al volver y pagarse las pruebas Covid que son exigibles desde el lunes.
Por ello, pese a que el movimiento es menor, algunos vuelos de este sábado en el aeropuerto de Heathrow vinieron llenos como si estuviéramos en el medio de una temporada alta. Una avalancha de viajeros retornando urgentemente a casa. Las escenas no fueron tan frenéticas como las que se vieron durante el verano, cuando los cambios de última hora en las reglas llevaron a miles de personas a regresar al país después de abandonar sus vacaciones, especialmente en Portugal.
No se esperaba que los pasajeros que llegaban de sesenta países, incluidos Nueva Zelanda y Sri Lanka, donde los casos del virus son muy bajos, fueran puestos en cuarentena hasta ahora.
Desde el lunes, quienes lleguen al Reino Unido deberán ser puestos en cuarentena por hasta 10 días, a menos que den negativo después de cinco días. El Gobierno anunció una prohibición de viajar desde Brasil y otros países de América del Sur debido a la preocupación de una nueva variante del Coronavirus.
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