Los corsos son raros, al menos en comparación con los mallorquines, menorquines, ibicencos, sardos o sicilianos: no tienen turismo, están bastante subdesarrollados y tienen conductas peculiares respecto de la metrópolis francesa.
La pasada semana los cuatro aeropuertos y los seis puertos de la isla fueron bloqueados por un movimiento lanzada por el Sindicato de Trabajadores de Córcega (STC), como reacción a la postura del estado (París), que obstaculiza que estas infraestructuras las gestione la Cámara de Comercio corsa. El fin de semana se recuperó la normalidad, tras reabrirse el diálogo con París.
Córcega, parte de Francia, tiene un ‘mini’ gobierno con mucho menos competencias que cualquier región española. Gilles Simeoni, el presidente de ese Consejo Ejecutivo acusó a París de una “declaración la guerra” contra Córcega.
La legislación europea obliga a que los puertos y aeropuertos estatales se deban ceder para su gestión mediante licitación. Pero en Córcega nadie quiere pensar que no sea la Cámara de Comercio la que los gestione, por lo cual esta ha creado dos sindicatos para que a través de ellos se pudiera eludir la convocatoria pública, a lo cual París ha puesto reparos.
La medida espontánea del jueves supuso el bloqueo de todos los puertos y aeropuertos, situación que se ha suavizado pero la tensión se mantiene.
El prefecto de Córcega (Francia) recordó los graves fallos que ha cometido la Cámara de Comercio en la gestión del aeropuerto de Ajaccio, por lo que Aviación Civil sometió a esta a un control especial.
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