El 18 de mayo de 2016, un Airbus 320 de EgyptAir, llevaba a cabo el último vuelo de la jornada entre París y El Cairo. De hecho era tan tarde que eran las 2 de la madrugada del 19 de mayo. Cuando el avión estaba muy próximo a iniciar el descenso, ya pasado el continente y las principales islas griegas, desapareció de los radares, estrellándose en el mar y causando la muerte a las 66 personas que iban a bordo, de los cuales 15 eran franceses.
Tras ello, los egipcios iniciaron una investigación que apuntó a un atentado, jamás demostrado. La BEA (oficina francesa de investigación de accidentes) dijo hace un año que se desató un incendio muy rápido en la cabina y sugirió que podría estar vinculado a un i-Pad –de hecho alguien demandó a Apple--. Ahora, por encargo judicial, dos expertos han hecho público su informe sobre el accidente y, aunque no termina por ofrecer una versión clara, sí dice que el avión no debería haber estado volando, que presentaba fallos que en cualquier compañía de aviación seria habrían supuesto su paralización.
El documento de 76 páginas, del que ha informado el diario Le Parisien, dice que hubo una “considerable falta de rigor por parte de la tripulación y de los servicios técnicos de EgyptAir” en el tratamiento de los fallos. Hubo incidentes muy preocupantes, dicen los expertos autores del trabajo, que no fueron comunicados a los pilotos y que tampoco recibieron asistencia técnica. “Este avión debió de haberse sometido a controles en los cuatro vuelos anteriores y no debió de haber despegado de El Cairo después de los problemas que se habían confirmado” dice el informe.
Sin embargo, no afirma tajantemente que estos fallos pudieran ser los causantes del siniestro. Sin embargo, sugieren que algunos de los fallos “pudo haber sido el desencadenante de un fallo eléctrico muy grave”.
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