Durante seis semanas, desde el próximo 9 de enero hasta el 14 de febrero de 2024, las aerolíneas francesas deberán dejar en tierra una quinta parte de todos sus vuelos. Esto afecta a todas las empresas, independiente de sus recorridos, número de aviones o aeropuertos. Todas han de dejar en tierra uno de cada cinco aviones (Ryanair, al límite en Francia por la oleada de cancelaciones).
En el caso de Air France, la mayor del país, el impacto será notable, dado que como prácticamente todos sus vuelos aterrizan o despegan en Francia, no logrará librar ni una pequeña parte de su operación. La segunda más afectada será Easyjet, con gran presencia en el país, y la tercera Ryanair. Les siguen Transavia (filial de Air France) Vueling y Volotea.
La razón de este caos se encuentra en que el control aéreo tiene que incorporar un nuevo software. En Francia, desde los años setenta, el control se lleva a cabo de forma semiautomática, por lo que es hora de modernizarlos, explica Jean Pierre Sauvage, presidente de los representantes de las aerolíneas, en una entrevista a L’Echo Touristique.
Como suele ocurrir en el país vecino, todo queda en casa y el ganador del concurso para este suministro es Thalès, propietaria del software 4-Flight, que va a poner en servicio. Se trata de un sistema de control del tráfico aéreo que promueve un flujo de vuelos más fluido.
Se trata de una inversión de mil millones de euros que la Unión Europea cofinancia con un 10%, en el marco del programa de modernización técnica del Cielo Único Europeo.
Inicialmente, se ha pedido a las aerolíneas que propongan voluntariamente qué vuelos van a suspender. Si no lo hiciera, se escogerán sin consultarlas. Obviamente, el impacto se centrará en los vuelos de menos recorrido, donde las aerolíneas se juegan menos. Air France, por supuesto, priorizará sus rutas de largo recorrido.
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