El primer vuelo comercial de Virgin Galactic partió y regresó a Nuevo México, en Estados Unidos, para proporcionar unas emociones que los viajeros dicen que han valido el dinero pagado.
Los pasajeros fueron Keisha Schahaff, de 46 años y su hija, Anastatia Mayers, de 18, y el olimpista británico Jon Goodwin, de 80 años. Este último, que padece de Parkinson, dijo que ir al espacio “fue más dramático que lo que me había imaginado. Fue pura aceleración (tres veces la velocidad del sonido) en ocho segundos y medio. Completamente surrealista. La entrada en la atmósfera fue aún más impactante”, añadió.
“De hecho, yo habría dicho que la nave estaba fuera de control. Fue una experiencia única. Lo más impresionante fue mirar a la Tierra desde el espacio, con la claridad más absoluta. Sin duda, el día más inolvidable de mi vida. Superó mis expectativas”, dijo el olimpista.
La mujer, por su parte, explicó que “creo que aún estoy allá. Es como si no hubiera vuelto. Es impresionante aterrizar en una pista volviendo del espacio. Fue un viaje muy cómodo. Lo haría de nuevo”.
El viaje se hizo a bordo de la nave Unity, que apenas hizo un vuelo de 90 minutos. Se vendieron en 2005 por 250 mil dólares. Virgin ya tiene 800 reservas que irá satisfaciendo a partir de ahora.
Además de los turistas, a bordo estaban tres empleados de Virgin, un comandante, un piloto y un astronauta instructor.
La mujer es de la isla de Antigua y su hija estudia en Aberdeen. Goodwin compitió en las olimpiadas de Múnich, en 1972.
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