Hidalgo está en éxtasis

Juan José Hidalgo está la mar de contento, sumamente feliz, exultante, diríase que en éxtasis. Menuda Navidad y Año Nuevo se ha pasado en Punta Cana: siempre sonriente con sus invitados, practicando el golf, hablando (por teléfono) con su amigo Julio Iglesias, bailando con la exministra de Transportes Magdalena Álvarez y su nueva amiga la veterana periodista Yagüe… Días de asueto y risas en Cabeza de Toro, en el hotel que fuera Be Live y que ahora luce la enseña Sunscape del Grupo Hyatt, los nuevos inquilinos. Hidalgo alborozado, extremadamente gozoso, con sus amigos los Trapotes, para arriba y para abajo, de Casa de Campo a Punta Cana pasando por Cap Cana. Solo le faltó echar un merenguito con los Clinton, que estaban cerca pero no en la onda.

El destino, o la casualidad, ahí está el debate, ha querido que la llamada por los maliciosos Lady Aviaco, doña Magdalena, simpatizara hace tiempo con míster Aviaco, que los antiguos así también llamaban a don Pepe antes de que, tras su entrada en Air Europa, le nombraran Pepe Aviones. Aviaco y Air Europa, dos aerolíneas que han marcado al empresario del pueblo de las tres mentiras (ni es villa, ni es nueva y ni es conde): dos dolores de cabeza que ya es historia viejuna para Hidalgo. El huracán salmantino y la terremoto andaluza, un par de armas tomar, empatizan desde hace tiempo y de nuevo han pasado una Navidad juntos, ahora sin presión mediática tras jubilarse de la política activa.

El presidente de Air Europa se siente empoderado en República Dominicana. A su tierra charra no la echa de menos desde hace lustros, harto de la falta de reconocimiento a su obra empresarial y deportiva; de Mallorca se olvidó hace tiempo por falta de sintonía con unos nativos cerrados y desconfiados; en Madrid ya pinta poco después de desprenderse de Halcón y Travelplan; y en Cuba ni tiene business ni la vida es la que era, se quedó dormida y no apagó la vela. El proyecto de Estepona parece estar en stand by, aunque seguro que en Fitur da algunas señales, o eso espera el ex registrador de la propiedad de Almuñécar, y a ver qué pasa con el equipo de fútbol ahora sin Rubiales en la Federación.

En la patria de Duarte y Juan Luis Guerra, Pepe Hidalgo se siente el rey del mambo. Pero esa sonrisa picarona, esa felicidad tan indisimulada, esas ganas de pasarlo bien, de disfrutón a las puertas de los 83, no solo es producto del buen funcionamiento del binomio ocio y negocio, no… Aquí hay algo que se nos escapa. Y ese algo, por exclusión, ha de estar relacionado con Air Europa, con su empresa fetiche, la aerolínea que va viento en popa. Un allegado, un cliente y conocido, dice que Pepe está convencido de que va a recuperar la compañía, que los astros se van alinear con él y la Unión Europea va a rechazar la fusión con Iberia. Sueña con ello y con ello se alimenta. Su éxtasis.