Imagínese que un policía le multa por el incumplimiento de una norma y usted le contesta que se vaya con cuidado, a ver si va a romper relaciones. Algo así es lo que el Gobierno italiano ha dicho que va a hacer con la Unión Europea si esta se empeña en imponer sus condiciones en Alitalia: Roma ha dicho que podría llegar a una ruptura con la UE. El motivo es que Bruselas pide que la nueva Alitalia (o Ita, como parece que se llamará) tenga sólo cincuenta aviones, menos empleados que los actuales y enajene el mantenimiento, el handling y el programa de puntos de Alitalia.
Es insólito, pero oficial: el ministro de Fomento, Giancarlo Giorgetti, de la Lega Norte, dijo a los medios que “hemos analizado la situación de Alitalia a la luz de las negociaciones estancadas con la Comisión Europea. Y hemos concluido que se necesita una nueva estrategia de actuación”.
Pocas horas antes, Giancarlo Zeni, el director general de Alitalia arremetía contra la Unión Europea, diciendo que hay que rechazar las condiciones “inadmisibles” de Bruselas.
Los sindicatos, como se imaginan, están encantados con su gobierno y piden que se ponga en marcha Ita, sin cumplir con Bruselas. Para Salvatore Pellecchia, secretario general de Fit-Cisl, la "demora en la toma de decisiones de Bruselas corre el riesgo de enterrar la proyecto, con enorme daño a nuestro país”.
El problema urgente es la continuidad comercial de la empresa. El subsecretario del ministerio, Claudio Durigon, al finalizar la reunión con los representantes de los trabajadores, aseguró: “Junto con los demás ministerios trataremos de discutir mesas para poner en marcha el plan Ita lo antes posible. Estamos luchando con Vestager para que la gente comprenda la importancia de tener nuestra propia empresa”.
La senadora Giulia Lupo, auxiliar de vuelo y delegada del sindicato Usb, dijo que “las condiciones marcadas por la Comisión no solo son inaceptables sino que quedan fuera de las valoraciones técnicas y, por tanto, inadmisibles. Ahora está claro que en Europa están ahogándonos: por un lado, el reconocimiento de la indemnización para los trabajadores se retrasa con un proceso cada vez más largo; por otro, se imponen condiciones que vienen a definir la estrategia de nuestro país en el transporte aéreo. En este punto, no queda más remedio que suspender las conversaciones con la Comisión.
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