Observen: en julio, el número de operaciones de aviación de este sector sólo cayó un 12 por ciento; en agosto, los aviones de esta categoría volaron exactamente igual que en 2019. Los primeros datos de septiembre, que naturalmente hablan de una normalidad absoluta, podrían incluso apuntar a que este año 2020 se podría superar al año pasado. En Austria, por ejemplo, este tipo de aviación ha aumentado este verano un siete por ciento respecto del año pasado; en Alemania, la caída ha sido apenas del 0,3 por ciento. ¿Una aviación comercial que se ha demostrado totalmente resistente al Covid 19?
Efectivamente: la aviación privada, la de los jets particulares, no sólo no ha sufrido como la aviación tradicional comercial sino que hoy funciona prácticamente igual que el año pasado. Obviamente, las cuarentena afectaron también a esta actividad, pero en julio, por ejemplo, hubo un 54 por ciento de aumento de despegues en la mayor parte de los aeropuertos. En Londres, una ciudad muy concurrida por los empresarios de primer nivel mundial, el número de despegues pasó de los casi 44 mil de junio a más de 67 mil en julio, muy cerca de la cifra del año pasado.
La aviación privada se ha visto perjudicada, como toda la economía, por la pérdida de actividad generalizada. Sin embargo, la reducción de la oferta de vuelos regulares y, sobre todo, el miedo al contagio, ha disparado el uso de estos aviones entre quienes no tienen problemas en pagarse avión y piloto.
“Hay mucha gente que tiene que viajar, firmar un contrato, llevar a cabo una operación, a veces ver a su familia, y no encuentran una línea regular fiable que le permita hacer el vuelo y que le garantice que no se contagiará”, indica el gestor de una empresa del sector.
No piensen que este negocio es minoritario y extravagante. Dista mucho de la aviación comercial masiva, pero emplea en Europa nada menos que 335 mil personas, generando unos 70 mil millones de ingresos económicos.
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