La huelga de los empleados del aeropuerto de Bruselas que tiene lugar este martes es una más en una larga lista de conflictos en este sector. Lo más llamativo es la lista de motivos que aducen los trabajadores para llamar al paro: un empeoramiento general de las condiciones laborales.
Aquí lo importante es la palabra “general”. Porque bajan los salarios, empeoran las condiciones del trabajo, aumentan los horarios, se incrementa la tensión, empeora el material, desaparece el transporte para los empleados, aumentan los precios de los aparcamientos y así un sinfín de problemas.
Los propios huelguistas dicen que no es un problema exclusivamente de Bruselas, sino de toda la aviación europea.
En efecto, cada poco tiempo una de las grandes aerolíneas comunica que rompe su contrato con su proveedor de servicios de handling en tierra por un rival. Dado que hoy ya todas operan con márgenes mínimos, ¿cómo se puede bajar más aún el precio de estos servicios? Pues esa es la razón de las huelgas: estamos exprimiendo la naranja hasta que no quede ni una gota.
Y el fenómeno es general, en todos los aeropuertos. Es verdad que hace décadas quizás en algún lugar las condiciones fueran impropias del tipo de calificación requerida, pero hoy ya no queda nada de eso y nos hemos ido a algo que roza el infraempleo. La cuerda va a terminar por romperse y este escenario deberá cambiar.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo