Europa: Ryanair principalmente y en menor medida Easyjet y WizzAir ofrecen unos precios escandalosamente bajos. ¿Qué hacen las aerolíneas tradicionales que sobreviven? Pues bajan los precios lo que pueden, intentando llenar los aviones sobre todo con los pasajeros de los vuelos de enlace.
Estados Unidos: el problema es el mismo, Southwest, JetBlue y otras ofrecen precios que no dejan margen de maniobra a Delta, United o American, que intentan preservar su cuota de mercado a cualquier precio. La respuesta también fue la misma hasta 2014 cuando Delta introdujo una modificación que ahora se ha extendido a todas las compañías.
La solución, que está funcionando especialmente a Delta y a American es que una parte del avión se sigue vendiendo a precios normales, con calidad tradicional, con las categorías habituales, mientras que se crea un nuevo tipo de billete, ultra basic o hiper barato, o mega confort –da lo mismo el nombre– que es capaz de competir con las compañías low cost y que permite una fórmula intermedia interesante. Los precios de estos billetes pueden estar entre 20 y 40 dólares por debajo del precio normal. Hacía cinco años que Delta estudiaba esta opción que finalmente lanzó en 2014.
La última en incorporarlo es United, donde la acogida ha sido más compleja porque ha coincidido con una acumulación de problemas en su imagen que alteran la situación.
El hecho es que hoy una parte de los billetes de las compañías tradicionales se vende a un precio superbajo, atacando de lleno la ventaja competitiva de las low-cost. Claro que ese billete tiene sus restricciones: no se puede cambiar de fecha, no permite llevar maletas en bodega, no tiene derecho a un refrigerio en el avión, se sube el último, no es cancelable, etcétera, etcétera. Todas las limitaciones que conocemos en Europa. Más una que sólo aplica United y Continental: estos viajeros tampoco tienen derecho a llevar maletas en los maleteros de cabina, sólo en el suelo, debajo del asiento delantero.
En Delta o en American, según dicen las compañías, estas categorías conviven bien a bordo. En United ha habido más quejas. En los tres casos se trata de separar a los pasajeros en business, economy y super-economy, de forma que estos últimos reciben un trato acorde a lo que han pagado, o sea más bien cero servicios. Los precios más bajos no están disponibles en todas las líneas, porque no en todas las aerolíneas se ven igualmente presionadas.
United, que va arrastrando una crisis profunda desde que echara de un avión al médico David Dao, cuyas imágenes ensangrentado dieran la vuelta al mundo, está teniendo más problemas porque los pasajeros se quejan amargamente de la diferencia de trato entre los clientes, pese a que en las condiciones de compra de sus billetes se ha explicado suficientemente a qué no tienen derecho.
La fórmula tiene sus consecuencias que los clientes empiezan a notar: por un lado, hay billetes más baratos, pero por otro, los billetes ordinarios y los de clase business han tendido a aumentar de precio, fundamentalmente porque este es un ámbito en el que no hay competencia de las low-cost. Las compañías están exultantes por dos motivos: uno, porque están ganando más dinero que antes, logrando coeficientes de ocupación superiores y, dos, como las maletas se han reducido sensiblemente, los tiempos de rotación están mejorando notablemente.
¿Una lección imaginativa para Europa? Desde luego, aunque alguna compañía está forzando sus precios, este no es un modelo habitual.
solucion sencilla: quien no puede pagar que vaya en tren o autobus. alguna vez asusta ver gente sin duros que quiere viajar y no tiene ni dinero para pagarse una maleta y se pone tres jaquetas para no pagar el extra.
Bien, pues queda demostrado que no es necesaria una nueva marca para ofrecer un servicio diferente de acuerdo a las necesidades y evitando así sobrecostos por publicidad extra, organización y sobre todo salarios y bonos de unos directivos innecesarios.
Ademas se puede adaptar la capacidad del avión para adaptar el numero de plazas al numero de plazas solicitadas para cada clase. Se optimiza así la cantidad de plazas que quedarían vacias si se fletara un avión solo para cada clase.
vaya.vaya, resulta que el mito que nos decian que era imposible e insostenible viajar a esos precios era una farsa, lo que es insostenible era esos margenes brutales de beneficios.
Vaya,al final no eran las costos,no eran los salarios de los trabajadores,todo se reduce a los elevados márgenes de beneficios que metían en un billete.