La controvertida subida de las tasas aéreas de media un 10,2 por ciento, aunque en aeropuertos como el Madrid y Barcelona el incremento alcanza el 50%, ha vuelto a poner una vez más de manifiesto la diferencia entre la aerolíneas tradicionales que operan en España y las de tipo low cost.
Así, mientras las primeras han decidido no cobrar un recargo a los billetes emitidos antes del 1 de julio –fecha en la que entró en vigor el alza de las tarifas aeroportuarias- las compañías de bajo coste han optado por la vía fácil, es decir, por repercutir el sobrecoste al cliente.
Vueling fue la primera en anunciar que cargaría la subida de las tasas a sus pasajeros y a ella le siguieron Ryanair y Volotea, que cobran la diferencia de precio a través de la tarjeta utilizada para la compra del billete. Eso sí, con el objetivo de ‘dulcificar’ la medida las dos low cost españolas han decidido compensar a sus clientes con un bono descuento de 10 euros a canjear en su próxima reserva.
EasyJet es la única de las aerolíneas de bajo coste que operan en España que ha decidido asumir el sobrecoste generado por la subida de las tasas y no cobrar ningún cargo adicional a los clientes que adquirieron un billete antes del 1 de julio con el fin de no "perjudicar" a los pasajeros.
Precisamente este argumento, el de no perjudicar a sus clientes en un momento económico “tan delicado”, es el esgrimido por todas las aerolíneas tradicionales para no repercutir de forma retroactiva el alza de las tasas. Las últimas compañías en anunciar su decisión en este sentido han sido Air France, KLM, Air Europa e Iberia Express, que sigue así los pasos de su matriz que la semana pasada confirmó que asumiría cualquier coste adicional de la aplicación del incremento.
Por su parte Air Berlin a través de su director general para España y Portugal, Álvaro Middelmann, anunció que sí repercutiría el alza de las tasas con efecto retroactivo, pero a día de hoy no ha hecho ningún cargo a los billetes emitidos antes del 1 de julio y estudia la legalidad de la medida acordada por Aena y recogida en los Presupuestos Generales del Estado para 2012.
Middelmann fue muy crítico con el Ejecutivo central al que acusó de "utilizar" a las compañías aéreas como "recaudadoras" y lamento que el alza de las tasas no las hubiera cobrado directamente Aena al pasajero.
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