En esencia, el problema de los viajes turísticos de los británicos para este verano es el precio. Si el gobierno persiste en exigir hasta tres pruebas PCRs por cada viaje, el coste puede multiplicar varias veces el precio medio de un viaje en avión, tal como denunció en su momento Johan Lundgren, director general de EasyJet.
El Gobierno, a través de su secretario de Transportes, dijo que iba a presionar a los proveedores de estas pruebas porque creía que no había suficiente base para los precios que se están aplicando, en torno a las 150 libras por una prueba normal.
Hoy, el periódico The Times informa de que las amenazas respecto al control de los precios está surtiendo efecto: ayer, un proveedor de estas pruebas dijo que ofrecería las PCR por sólo sesenta libras si eran para viajes y otro llegó a ofrecer las mismas pruebas por 45 libras.
Esta reducción de los precios puede permitir una reanudación de la actividad aérea para el 17 de mayo, siempre pendiente de la evolución de la pandemia en el continente.
Gran Bretaña ha anunciado que va a establecer un sistema de semáforos con tres niveles para los viajes. Los destinos rojos, que seŕán para aquellos lugares con poca vacunación y muy elevada presencia de las mutaciones del virus, Sudamérica, por ejemplo, tendrán grandes dificultades para los viajes porque quienes provengan de esos lugares deberán estar diez días en un hotel, con un coste de 1.500 euros mínimo.
El segundo nivel, que podría corresponderle a España es el de una situación intermedia. En ese caso el visitante debe estar en cuarentena en su casa al volver y además presentar varias PCR, lo que encarece los costos. La opción más positiva es que España o parte del país pudiera quedar en zona verde, que reduce los costes porque sólo exige una PCR al salir y otra al volver por pasajero, cuyo coste final sería de 90 libras según los nuevos precios conocidos hoy.
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