Lufthansa había abandonado los vuelos interiores en Europa porque se había especializado en los vuelos de largo recorrido. Si opera servicios interiores, la gran mayoría de los viajeros que transporta son enlaces para sus vuelos de largo radio desde Frankfurt, su primera base, o desde Munich, la segunda. Pero ahora todo está parado de manera que el largo radio ha muerto y el corto, también.
Hoy, Lufthansa no ingresa más dinero que el del transporte de carga. Pero nada más. Apenas ha hecho algún vuelo a Nueva Zelanda para traer alemanes que han quedado allí tirados.
Sin embargo, los gastos, en general, siguen corriendo. Por eso, los analistas consideran que Lufthansa está perdiendo hoy 24 millones de euros al día, más de 600 millones mensuales, lo que también equivale a un millón por hora.
Mientras esto sucede, el gobierno alemán está enfrentado: por un lado, el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, considera un tema de principio que el Gobierno alemán adquiera una participación del 25 por ciento en el capital de la compañía. Por el contrario, la canciller, Angela Merkel, no quiere acciones y prefiere bonos convertibles.
La operación tiene mucha importancia porque en algún escenario, los accionistas tendrían que votar y es posible que rechacen que su capital se vea minimizado. Igualmente, la Unión Europea tiene voz en este asunto desde el momento en que es un tema que afecta a la competencia y la demanda de Ryanair, por el momento contra la autorización de las ayudas a Air France y KLM, ponen estas decisiones bajo una probable revisión judicial.
Lufthansa dice tener aún 4 mil millones en cash, pero este dinero es suficiente para sobrevivir menos de medio año y no es conveniente tener a una compañía de estas dimensiones descapitalizada.
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