La Unión Europea le ha dicho a Lufthansa que aprobará las ayudas alemanas sólo si renuncia a los hubs de Frankfurt y Munich. Después de unas tensas negociaciones, Lufthansa ha decidido aceptar las exigencias de Bruselas y, a cambio de recibir 9.000 millones del Gobierno alemán, renunciará a 24 slots de aterrizaje o despegue entre ambos aeropuertos.
El Estado alemán se convertirá así en accionista mayoritario de Lufthansa, que hasta marzo sufrió una pérdida de 1.200 millones debido a las restricciones por el coronavirus. El Gobierno alemán tendrá una participación del 20 por ciento de la aerolínea.
Pero las negociaciones no han sido nada fáciles. Antes de la decisión de Lufthansa de aceptar el plan, Andreas Scheuer, el ministro alemán de Transportes había sido claro: “La UE debe rechazar las restricciones para Lufthansa y actuar de la misma manera como con Air France o Alitalia”. Los medios alemananes, naturalmente, lo jalearon. Las críticas a Bruselas se extendían a todo el espectro político alemán.
Pero la comisaria Vestager no se ha echado atrás. Afirmaba que la ayuda que Alemania dará a Lufthansa puede afectar seriamente a la competencia, porque Lufthansa también ha sido ayudada en Suiza, Austria y Bélgica, en sus filiales. Y que ella simplemente pretende corregir las distorsiones a la competencia que, por supuesto, nadie entiende.
Vestager dijo que quiere hablar con el gobierno alemán sobre los derechos de despegue y aterrizaje en Frankfurt. Para Europa, Lufthansa tiene una posición dominante de mercado y el cierre de esos dos aeropuertos a los competidores es un problema, porque los slots no son accesibles.
Vestager indicó que la entrada del gobierno alemán en el accionariado de Lufthansa ofrece a los inversores una garantía adicional sobre la solvencia de la compañía que otros países han considerado más adecuado no ofrecer. Para Dinamarca, la entrada del gobierno en Lufthansa es una diferencia esencial en este caso.
Los empleados de Lufthansa habían expresado su descontento en una carta a la alemana Ursula von der Leyen, que preside la Comisión Europea. “Estas condiciones –dicen los sindicatos– son devastadoras. Valoramos la competencia pero aquí estamos hablando de injusticia”.
Mientras tanto, la dirección de Lufhtansa había considerado incluso considerado la posibilidad de solicitar la quiebra, porque naturalmente, sigue perdiendo un millón de euros a la hora y quería extremar la presión sobre la Comisión Europea. Pero finalmente ha habido acuerdo.
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