Lufthansa también presentó sus resultados económicos del trimestre fuerte del verano. Todo el grupo ganó 1.500 millones de euros, en línea con lo que reportó Air France y un pelín por debajo de lo que sucedió con IAG, el grupo en el que está Iberia y Vueling (Iberia y Vueling impulsan a IAG hasta beneficios récord).
También los márgenes operativos son similares, si acaso un punto por debajo: 14,3 por ciento. Los precios y los ingresos subieron un 21,2 por ciento respecto a 2019, el último año sin pandemia. Los costes bajaron un 1 por ciento.
Esto, sin embargo, igual que en el caso de las aerolíneas rivales, es el verano. La cuenta de resultados se presenta con el balance de todo el año, lo cual será otra cosa, evidentemente peor que la temporada estival.
“Nuestros vuelos tienen un buen volumen de reservas” para el resto del ejercicio, dijo Carsten Spohr, el máximo ejecutivo de Lufthansa, augurando que el invierno no será malo.
Y esto se debe a varios factores. En primer lugar, a que hay falta de oferta en Europa, debido a que no hay suficientes aviones para atender a los clientes –los fabricantes siguen con retrasos en sus entregas–; en segundo lugar, hay varias aerolíneas, entre ellas Lufthansa, que tendrán que dejar parte de su flota en tierra porque hay que revisar los motores Pratt & Whitney que puedan emplear; sigue habiendo restricciones en el control aéreo en Europa y en algún caso, como Ámsterdam, habrá un serio recorte del total de vuelos.
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