El vuelo LH 404 de Lufthansa partió este lunes de Frankfurt a las 5.53 de la tarde –ya a oscuras– con dirección a Nueva York sin ninguna incidencia. El Airbus 340-600 sobrevoló Alemania hasta la frontera con Holanda, cruzó este país, pasó por encima de Londres, el mar de Irlanda y se comenzaba a adentrar en el Océano Atlántico cuando se registró un aviso a bordo: el sistema hidráulico tenía problemas, por lo que había que aterrizar. El piloto se puso en contacto con el centro de control de la compañía que le indicó que para una avería de este tipo, mejor regresar a casa. O sea que media vuelta y rumbo a Frankfurt.
Pero hay un problema: Frankfurt, pese a ser uno de los cinco aeropuertos más grandes de Europa, cierra por las noches y no permite el aterrizaje de aviones a partir de las once de la noche, de forma que el gigante de Airbus tuvo que buscar un aeropuerto alternativo y exactamente a la 1.53 de la madrugada tocaba tierra en Colonia. Los pasajeros habían estado ocho horas volando para desplazarse menos de doscientos kilómetros y quedar tirados en un lugar al que nunca pensaron llegar.
El portavoz de la compañía indicó que no hubo una situación de emergencia sino que se tomó la decisión de regresar como medida preventiva dado que en caso de intentar el aterrizaje en Nueva York sí podrían registrarse complicaciones.
Algunos pasajeros ya no volvieron a subirse a este avión porque, si iban a otros destinos, la compañía los colocó en vuelos diferentes. Los que iban a Nueva York reemprendieron el vuelo apenas se resolvieron los problemas técnicos.
Una situación parecida ocurrió hace pocos días cuando un vuelo de KLM a México regresó a Amsterdan cuando estaba a punto de aterrizar por problemas con la erupción de un volcán.
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