El valor en Bolsa de Ryanair ha caído (está a 15,35 euros) y el bonus de cien millones que su consejero delegado hubiera cobrado de conseguir que el valor de la acción esté a más de 21 euros durante 28 días consecutivos, se esfuma. Pero O’Leary parece no inmutarse (Premio de 100 millones para O’Leary, CEO de Ryanair).
El líder de Ryanair explicó en la junta general de accionistas el motivo por el que la acción está baja (según publica Fortune): “En Ryanair siempre hay noticias. Estamos peleando con un sindicato o con un ministro, o yo le llamo idiota a un ministro o ellos me llaman a mí idiota”. “Lo divertido que hemos aprendido estos años es que la mala publicidad nos hace vender más billetes que la buena”, dice Fortune que dijo O’Leary hace un tiempo.
Sea como fuere, todo el mundo en Ryanair entiende que su consejero delegado tiene una imagen muy poderosa y que no es posible desvincular la compañía aérea de sus constantes comentarios.
El propio O’Leary es consciente. Incluso se ha referido a cómo su bonus se aleja: “mi premio está esfumándose detrás de una montaña lejana, por lo que tendré que trabajar más duro durante más tiempo”.
“Lo divertido que hemos aprendido estos años es que la mala publicidad nos hace vender más billetes que la buena”.
Siempre que hay unos retrasos lo sabe relacionar con factores extrenos (¿controladores o tasas altas?), muy de político.
Es como los bi-presidentes Sánchez-Bolaños: crean problemas o los dejan estar para aportar soluciones para que su aceptación popular se mantenga. Lo pueden comprobar con la pandemia (que la dejaron estar todo lo posible para gobernar cómodos y retirar de la circulación a los máximos pensionistas posibles), con la creciente inestablidad social en las calles (reincidentes en delitos que nunca acaban en la cárcel o expulsados), con las agresiones intrafamiliares, etc. Si no hay problemas no hay necesidad de existir, de la misa forma que no habría policía sin delitos ni bomberos forestales sin incendios.
Este tipo podría ser un presidente de gobierno tan bueno como Sánchez, en el sentido de que no hay quien le eche, por lo que hace o dice.