Como consecuencia del Brexit, cuya efectividad se inició el pasado uno de enero, los ciudadanos británicos pueden encontrarse en una situación extraña: ser rechazados en Europa incluso aunque su pasaporte esté en vigor.
Porque, por una cláusula del tratado del Brexit, aceptada por las dos partes, Europa puede no permitir la entrada de británicos no sólo si sus pasaportes tienen menos de seis meses de vida por delante, como sucede con cualquier otro país, sino también si tiene más de diez años de vigencia. Sólo se puede viajar a Irlanda que, pese a ser un miembro de Europa, tiene un régimen de relaciones con el Reino Unido diferenciado.
Normalmente, un viajero se siente tranquilo si la fecha de caducidad del pasaporte está alejada en el tiempo. No en este caso, por esta extraña cláusula.
Es verdad, también, que en Gran Bretaña existe una tendencia importante a cambiar de pasaporte. Los británicos siempre usaron un pasaporte de color azul, que existe de 1921, y que hubieron de cambiar a partir de finales del siglo pasado por el pasaporte europeo de color Burdeos. Estos pasaportes pueden estar en vigor y cambiarse si el ciudadano lo desea.
Los nuevos, obivamente, ya no tienen el problema de la fecha de expedición.
Lo que se han buscado a pulso. Vamos a ver cosas más extrañas. Inglaterra contra el mundo... ¿Alguien, excepto los ingleses, duda del resultado? Es uno de los últimos estertores del finalizado y agónico imperio inglés. Y cuando se quieran dar cuenta, estarán en una situación mucho peor. Lo que se han buscado.
Te equivocas; mientras sigan gozando del amparo del Tío Sam, seguirán haciendo y deshaciendo a su antojo.