Ryanair fracasó hace un año en sus negociaciones con el gobierno ucraniano para instalarse en el país. El Gobierno le hizo unas promesas que, cuando se acercaba la fecha para su cumplimiento, el aeropuerto de Kiev no pudo cumplir, probablemente por la presión de la aerolínea nacional. El Gobierno ucraniano había vendido al país que la entrada de Ryanair, que basaría media docena de aviones en dos aeropuertos, Lviv y Kiev, supondría una europeización, con más vuelos y mejores precios. Pero no fue posible.
Todo se suspendió, pero ahora el ministro de Infraestructura de Ucrania, Volodymyr Omelian, dice que las negociaciones con Ryanair se han mantenido discretamente hasta ahora, y que hay un acuerdo para que la irlandesa empiece a volar en serio en enero o febrero de este mismo año, o sea ya.
"Ya estamos en la etapa final de las negociaciones con Ryanair. Espero que la compañía pueda entrar en el mercado ucraniano en enero o febrero. Hay problemas técnicos que estamos completando, pero en general todo está bien. No tuvimos concesiones en comparación con las posiciones que tuvimos el año pasado", dijo Omelian en el canal de televisión ZIK.
Para entender mejor la situación, hay que entender que el primer ministro ucraniano, Volodymyr Groysman, es un defensor de las posturas pro-europeas, en contra de la tendencia pro-rusa de una parte del país. Así, ha presentado a Ryanair como un ejemplo de la economía de consumo, de los precios bajos y de la democratización de los viajes. Pero eso se quedó en nada con la retirada de la aerolínea irlandesa.
Ryanair no será la primera compañía de low-cost que opera, Wizz Air ya tiene algunas operaciones, pero sí será la primera que se instale seriamente y que lo haga con una dimensión que tenga relieve social.
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