Ustedes han leído mil veces que Michael O'Leary, el director general de Ryanair, dice estar muerto de miedo de que no haya acuerdo entre Europa y Gran Bretaña y que un día todos los aviones tengan que dejar de volar. La verdad es que nadie se termina de creer una previsión tan pesimista, aunque es verdad que, por si acaso, Easyjet ha abierto una filial en Austria (Easyjet prevé más rentabilidad sin Air Berlín, Monarch y Alitalia).
El problema más serio si este desacuerdo ocurriera –hoy, tras el primer gran acuerdo firmado entre las dos partes, mucho menos probable que hace dos meses– es que las aerolíneas de un bloque no podrían volar dentro del espacio aéreo del segundo. O sea, Easyjet no podría volar entre España y Alemania, por ejemplo, siendo una aerolínea británica.
¿En qué afecta esto a Ryanair, siendo irlandesa? En bien poco, porque este invierno ya casi no tiene vuelos interiores británicos, una vez que por el lío de los pilotos, abandonó las rutas entre Escocia, Irlanda del Norte y Londres. Pero, no obstante, este martes anunció que pide una licencia para volar dentro del Reino Unido, para mantener su tónica pesimista.
Sin embargo, mientras Ryanair no para de anunciar la paralización de todos los vuelos, IAG, el grupo británico que sí podría tener serios problemas dado que siendo de capital británico debería dejar una parte de su participación en el capital de sus filiales europeas (especialmente Aer Lingus, Iberia, Vueling y ahora Niki), no ha dado ninguna señal de actividad en este sentido.
Las autoridades británicas y también las europeas mantienen su compromiso de evitar incidentes en la ruptura entre las dos partes. Los británicos, por ejemplo, han anunciado que se acogen voluntariamente a las disposiciones de la Agencia Europea de Seguridad, lo que desde el punto de vista técnico supone una simplificación de los trámites para continuar operando normalmente, al tiempo que esta agencia seguiría rigiendo la seguridad aérea en Gran Bretaña.
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