SAS, ante las pérdidas, se replantea su modelo

SAS, la aerolínea multinacional escandinava, ha publicado sus resultados económicos para el primer trimestre de este año 2022, que han encendido todas las alarmas. Tanto es así que el consejo de administración ha informado que va a llevar a cabo “una reestructuración sustancial” de la compañía (SAS, sin plantilla, cancela 4.000 vuelos para el verano).

Es verdad que la compañía ha aumentado un 28 por ciento sus pasajeros, pero el índice de ocupación de los aviones no ha ido tan bien, por más que aumentó hasta el 67 por ciento. Como sus costes son elevados, como el combustible se ha disparado, como su mercado hacia el Este está cerrado, los resultados han sido especialmente malos, con pérdidas de 152 millones de euros, muy considerables en relación a la magnitud de la compañía.

Los problemas, encima, se registran tras dos años desastrosos, cuando la deuda llegó a los 9.500 millones de coronas suecas. Al final todo pasa por encontrar alguien que inyecte dinero, lo que quiere decir que la compañía viene a estar en venta, a expensas de dinero fresco.

La dirección tiene un plan (SAS forward) para reconstruir sus finanzas en los próximos años. Se ha contratado a Erno Hilden como vicepresidente ejecutivo y encargado de las finanzas.

Como la compañía tiene también una dependencia importante en el largo radio y este no termina de despegar, este verano sólo volará el 80 por ciento de su potencial. Sus ingresos siguen aún un 31 por ciento por debajo de los de 2019.

¿En qué consiste la reestructuración? En primer lugar, una reducción de costes de 7.500 millones de coronas suecas; segundo, rediseñará la flota, la red y los productos; tercero, intensificar la digitalización; cuarto, apostar por la sostenibilidad –que tiene que estar en cualquier plan, aunque es muy dudoso que aporte nada para solucionar el problema financiero–; y finalmente, captar nuevo capital.