Precisamente cuando los escándalos azotan a la aerolínea pública de Portugal, exactamente cuando el gobierno ha obligado a la directora general y al presidente a marcharse, la gestión empieza a dar resultados y Transportes Aéreos de Portugal (TAP) ha anunciado que, por primera vez desde 2017, ha dado beneficios. Entonces apenas alcanzó a generar 21 millones de ganancias (Cese fulminante de los dos máximos responsables de TAP Portugal).
Los 65,6 millones de euros que arrojó la compañía en 2022 son una gota en el océano de las pérdidas de los años anteriores, pero hay que contar con el Covid como agravante de la crisis que arrastraba el operador portugués.
Tan gota de en el océano como que entre 2020 y 2021 el Gobierno tuvo que inyectar 1.600 millones de euros.
El año pasado, que aún no fue totalmente normal, especialmente en el primer trimestre, la aerolínea facturó 3.500 millones de euros.
Christine Ourmières Widener, la directora general en funciones, dijo que “la implementación del plan de reestructuración aplicado este año en su totalidad ha generado beneficios operativos que son los mayores de la compañía”.
Ahora mismo, aunque no en lo financiero, la aerolínea está en una extraña crisis política, al haber pagado una indemnización improcedente de medio millón de euros a una ejecutiva que había sido fichada como nueva directora del Tesoro del Gobierno. La salida voluntaria de la funcionaria no debería haber conllevado indemnización, señaló la inspección pública del estado, por lo que el Gobierno pidió el cese de Ourmières, quien sigue en funciones hasta la incorporación de un nuevo director general.
La aerolínea, privatizada hace unos años, fue nuevamente nacionalizada en 2020 y ahora pretende ser otra vez vendida. Los tres grandes grupos europeos, IAG, Air France y Lufthansa han manifestado su interés en ella.
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