Cuando una compañía low cost abre una base aérea, lo anuncia a los cuatro vientos porque es una muestra de su expansión. Cuando quien cierra una base es Ryanair, también lo anuncia con bombo y platillo, acusando a todo el mundo de hacer imposible que la compañía irlandesa distribuya riqueza en el lugar donde opera. Pero cuando quien cierra es una de las demás low-cost, lo hace discretamente, sin que se diga nada, huyendo de los focos.
Esto es lo que acaba de hacer Transavia, la low-cost de Air France-KLM al dejar de vender vuelos desde o hacia Munich a partir de octubre, cuando suspenderá sus operaciones.
A preguntas de los medios, la empresa ha reconocido que ha cambiado de estrategia y que ahora operará en los mercados francés y holandés. En realidad, esto es poco verosímil desde el momento en que la base la había abierto apenas en el mes de marzo del año pasado y antes de soplar la primera velita de aniversario, anuncia que se marcha.
“Dentro del proyecto “Confianza juntos”, del grupo, ahora la prioridad será desarrollar los mercados nacionales holandés y francés. El cierre de la base de Munich –añade el grupo—responde a esta estrategia”.
La base la había presentado el anterior presidente del grupo Alexandre de Juniac pero la cierra Jean-Marc Janaillac. Inicialmente estaba previsto que cuatro aviones atendieran 18 destinos desde Munich.
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