El Gobierno laborista de Gran Bretaña tiene un ministro de Medio Ambiente, Ed Milliband, comprometido radicalmente con frenar las emisiones de CO2. De hecho, antes de llegar al gobierno, alguna de sus propuestas provocaba miedo en el mundo del dinero.
Pero ahora, él y su gobierno se han atrevido a lo que los conservadores no hicieron: aprobaron la tercera pista para el aeropuerto de Heathrow, por un lado, y ayer permitieron la segunda pista en el de Gatwick, la otra gran terminal de Londres (La izquierda permite otra pista más en Heathrow y en Gatwick).
La autorización tiene algunos condicionantes menores y va acompañada de todo el palabrerío habitual de quien ha aprobado un contaminante importante: sostenibilidad, empleo, mejora de las comunicaciones, etcétera.
Gatwick es el aeropuerto de una pista con más tráfico del mundo. Como Heathrow, aunque este con dos pistas, está saturado. Las colas de espera para despegar pueden ser muy importantes.
Ahora se le permite que una pista de rodadura paralela a la principal se convierta para el uso simultáneo. Aparentemente, la nueva pista se usará sólo para despegues mientras que la actual se empleará para aterrizajes.
Como en el caso de Heathrow, ahora los trámites durarán un tiempo antes de que se pueda empezar a operar.