Fraport es la empresa que explota el aeropuerto más importante de Alemania, Frankfurt. Lufthansa es, con diferencia, la aerolínea más importante de las que operan en ese aeropuerto. La relación entre las dos empresas había venido siendo fluida, cordial, desde tiempos inmemoriales. Hasta el verano pasado. El mismo día en que Carsten Spohr, el director general de Lufthansa, presentaba los resultados de su compañía, ese mismo día su bestia negra, Michael O'Leary, presentaba en el mismo aeropuerto de Frankfurt, el desembarco de Ryanair en la terminal alemana. Si esto no hubiera sido suficiente para poner a Lufthansa en actitud de guerra, aún quedaba una sorpresa: Fraport había aceptado ofrecerle un precio muy rebajado a Ryanair para que operara desde Frankfurt. No se podía haber producido mayor agravio a Lufthansa. La compañía de bandera alemana no ocultó su malestar que se publicó ampliamente en los medios.
Esta semana, finalmente, en la junta de accionistas de Lufthansa de un año después, Carsten Spohr pudo comunicar a los accionistas la noticia de que Fraport y Lufthansa habían hecho las paces que, obviamente, pasa necesariamente por cobrar a la compañía de bandera alemana los mismos precios que a Ryanair. Un año después, Lufthansa logra lo que Ryanair ya tenía en el primer aeropuerto de Alemania.
Pese al acuerdo, el CEO de Lufthansa volvió a hablar de Fraport como “la mayor decepción del año” por los descuentos a Ryanair. Pero también adelantó algo tremendamente positivo para la plantilla: con este acuerdo, dijo, quizás podamos no aplicar los recortes salariales que había planteado, dijo. Los sindicatos, por supuesto, tomaron buena nota y entendieron lo que Spohr, que sabe cómo funcionan estas cosas, debió querer decir: no habrá recortes o, por lo menos, en la dimensión que, como saben, habían provocado varias huelgas.
Las informaciones indican que el acuerdo entre Fraport y Lufthansa son por un periodo de tiempo limitado. “Nos hemos puesto de acuerdo en principio con Fraport en tres años, lo que nos proporcionará la reducción de costes similar a lo que le ocurre a Ryanair.”
Ahora ustedes pregúntense qué pensarán las decenas de otras aerolíneas que vuelan a Frankfurt y que no tienen ni el desparpajo de la primera aerolínea de Europa ni el poder negociador del primer usuario del aeropuerto y que, por supuesto, siguen pagando las tarifas de siempre.
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