Por un motivo o por otro, la filial de la americana IndiGo llevaba años sin ganar dinero. Joszef Varadi, el director general de Wizz Air, siempre encontraba una excusa que explicaba sus números. Hasta ahora, cuando ha conseguido, finalmente, presentar resultados interesantes. Y la Bolsa lo agradeció este jueves con un alza importante del precio (Wizz Air: una quinta parte de su flota está paralizada).
En realidad, la cadena de desgracias –y algún episodio de incompetencia—explican que Wizz Air haya perdido una oportunidad que, en cambio, Ryanair ha aprovechado plenamente. El gran problema de Wizz Air ha sido que no aseguró el precio del combustible en un momento delicado y eso le pasó factura cuando se desencadenó la guerra de Ucrania. Antes, su error fue pensar que la pandemia sería más larga y reducir plantilla, con lo que en 2022 fue incapaz de recuperar la normalidad al mismo paso que sus rivales.
Y ahora, aunque esto es menos grave, le ha afectado que su apuesta por el oriente de Europa tiene más dificultades que el oeste y que los motores de sus aviones Airbus están sometidos a revisiones por un fallo en la aleación de materiales de Pratt & Whitney.
Sin embargo, la compañía presenta unos beneficios de 366 millones de euros en el año que acaba el 31 de marzo (casi dos mil su principal rival, Ryanair, y también muy por encima de los mil millones Easyjet). No obstante, es un cambio de tendencia que tardó demasiado en llegar. En 2024 la compañía espera superar los 600 millones de euros de beneficios.
Con los precios de los billetes por las nubes, prioridad, asientos, maleta mano, normal.