La política española del tren, por llamarla de alguna manera, consiste en esconderse y esperar a que escampe. A ver si Europa decide rectificar y anular la competencia. Mientras, en los demás países, siguen construyéndose operadores ferroviarios poderosos, que están intentando aprender los secretos de este negocio.
Para situarnos, Gran Bretaña está cien por ciento liberalizada; Holanda, Alemania, Dinamarca, Italia y Suecia, parcialmente. Y España, totalmente bloqueada.
Sin embargo, todo el mundo se está preparando para la apertura de mercados. Francia tiene una filial de la SNCF, Keolis, presente en muchos mercados; DB, la Renfe alemana, ya opera en varios países con su marca Arriva; la NS holandesa tiene una filial, Abelio, con servicios en régimen de competencia en varios países y, finalmente, ahora (concretamente este miércoles) aparece Trenitalia, la compañía italiana y da la sorpresa comprando las acciones de una filial de National Express que opera una línea de trenes en el este de Londres.
Todos se mueven, menos unos, que esperamos a ver si ocurre un milagro.
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