En todos los negocios en los que ha entrado ha provocado una revolución. ¿Será capaz también Sir Richard Branson de cambiar el mundo de los cruceros con su Virgin Voyages?
Esta semana, Richard Branson viajó a Génova, en Italia, a ver los astilleros de Fincantieri, donde empezaron los trabajos de construcción del primero de los tres barcos que Virgin, con la marca Virgin Voyages ha encargado desde cero. El evento fue recordado, como toca en un maestro del marketing, con un vídeo en el que se corta la primera pieza de acero para el barco.
Branson, que no pierde ocasión para hacer publicidad de lo que está a su alcance, aprovechó también el acto para explicar el origen del nombre de su naviera: “Nunca hice un crucero, y nunca he querido viajar en uno, porque el nombre, crucero, me resulta aburrido y soso. A mí me encantaría ir en un Voyage, que suena a aventura, con encanto, excitante”, dijo.
Cierto que todo esto es un acto de marketing, pero también es cierto, como el propio Branson se encarga de recordarlo, que “cada vez que entramos en una actividad, nos comprometemos a cambiar sus normas para mejorarlas. Y en el mundo del crucero entramos para cambiarlo. Virgin Voyages será la primera compañía que utilizará un modo de navegación ecológico, el Climeon Ocean, que transformará energía de baja intensidad en electricidad, en los tres barcos". Cada barco, de esta forma, ahorrará anualmente 5.400 toneladas de dioxido de carbono anuales, que es la contaminación que pueden absorber 180 mil árboles en 30 años.
El primer barco que será botado en 2020, aún no tiene nombre –pero seguro que será una genialidad comercial–, operará desde Miami en cruceros de siete días por el Caribe, y albergará a 2.800 clientes, atendidos por 1.150 tripulantes.
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