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EDICIÓN ESPAÑA

Opinion

Cuando Soraya fulminó con la mirada a varios dirigentes turísticos

En los meses previos a su contundente victoria electoral, más por demérito de Rodríguez Zapatero que por mérito suyo, Rajoy y su equipo viajaron a Palma invitados por el entonces presidente del PP, José Ramón Bauzá. Al término del acto, que tuvo lugar en la sede de la Fundación La Caixa y al que asistió una amplia representación empresarial, se formaron varios corros con los distintos cargos desplazados desde Madrid.

Rajoy acaparó uno de esos corros, como no podía ser de otra manera, pero el más concurrido y animado fue el que se organizó alrededor de María Dolores de Cospedal y en el que había una mayoría de hoteleros y personas vinculadas al turismo. La política que luego lo fue todo en Castilla- La Mancha estaba radiante en aquella época, tanto en lo político como en lo personal y, por qué no decirlo, en lo físico.

El primero en acercarse a Cospedal fue el editor de este digital, quien conocía de su juventud a su marido y cuñado, los hermanos López del Hierro, sobre todo al cuñado, dueño de un chiringuito puntero de La Herradura, La pelillera. Luego se sumaron el hotelero más glamuroso del país, el empresario turístico más importante que ha dado Murcia, y el hotelero mediano más capitalizado de Mallorca.

Junto a uno de los ventanales del bello edificio modernista construido por el magnífico arquitecto catalán Luis Domenech i Muntaner, y que decenas de años antes fue el primer gran hotel de Mallorca, Soraya Sáenz de Santamaría, sola, acompañada nada más que por una persona que debió ser de su entorno o del PP madrileño, pues no era de la Isla, miraba con fruición y el ceño fruncido al corro de la exultante Cospedal.

Unos ojos los de SSS que destilaban rabia, malestar, como sintiéndose ninguneada por los próceres del turismo. Meses después, la abogada del Estado del 'team rajoniano' llegaría mucho más lejos en cargos públicos que la imantada Cospe, y años más tarde los presentes en aquella reunión evocarían el porqué de aquella mirada de celos profundos, de despecho sinfín: era el comienzo de un gran odio que carcomió al PP.


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