Elena Cebrián, consellera de Medio Ambiente de la Generalitat valenciana, ha vuelto a abrir el debate sobre el futuro del agua en el sector turístico. Lo ha hecho brutalmente, sin miramientos: “El usuario turístico tendrá que pagar más por el agua…”
Claramente. Para añadir: “Están usando un recurso preciado y tendrán que asumir los costes de ducharse tres veces al día, bañarse en piscinas, en parques acuáticos….Vamos a tarifas diferenciadas según el usuario….No tendría sentido, dice la consellera, que un habitante de Chilches con su campo agrícola pague igual que alguien que realiza un uso excesivo del agua en verano en Marina d´Or….”
Bien. Ya está dicho. En realidad la consellera Cebrián no ha tenido reparo alguno (aunque ya le están sacando los colores en el siempre emputecido marco político valenciano) en poner encima del tapete una cuestión que será perentoria en los próximos lustros. El agua como bien escaso y, por ende, caro. Porque la actividad turística consume mucho agua como no puede ser de otra forma. Los expertos mundiales subrayan que la falta del líquido elemento es un ingrediente de gran riesgo para la estabilidad y la paz mundial. No han dado resultado las distintas soluciones aplicadas, especialmente en las zonas costeras con sus desaladoras. Son caras, extraordinariamente caras sus instalaciones y el agua es de mala calidad. Pero es lo único que hay porque los acuíferos no resisten más presión.
EL NEGOCIO EN ALMONEDA
Ya lo saben, amigos. Dentro de poco tendrán que publicitar en sus paquetes y ofertas turísticas esto: habrá que asumir el coste de ducharse tres veces al día. Los recursos son finitos. Y el agua no se inventa ni es posible crearla. En los municipios costeros del Levante se están llevando las manos a la cabeza porque la tarifa del agua, por mor de la amortización de las desaladoras, conllevará un 300 por ciento más en la factura mensual del agua. ¡Imaginénse lo que va a suponer a hoteles y establecimientos turísticos! Imaginénse el coste para piscinas, riego para los jardines
Ahora bien ese sobrecoste puede resultar letal para la competitividad y, por lo tanto, para continuar en la línea ascendente en la recepción de clientes. Las distintas administraciones no han dado solución definitiva a un viejo problema que ya se intuía hace décadas. Pero ustedes verán cómo al final habrá quilombo.
A las posiciones de la consellera mencionada ha dado respuesta la alcaldesa de Benicásim, Susana Marqués, al recordarle que el agua no es el perfume Channel, ni un producto de lujo, se trata de un bien básico, máxime cuando todavía estamos chapoteando en una crisis económica y social de gran calado.
El articulista no tiene una posición clara al respecto. Creo que la falta de agua será un gran problema, un descomunal problema. Pero tampoco tiene claro por dónde deberían ir los tiros. Unos años después de que finalizara aquel desastre llamado Zapatero (cerró muchas desaladoras de la mano de una talibana con nombre de ministra Cristina Narbona) hoy la situación es mucho peor y aquellos errores monumentales con las cosas de comer nos coloca en una posición realmente alarmante.
Al menos, la consellera valenciana Cebrián ha tenido el coraje de aplicar la lupa en el detritus.
Sería bueno una mayor precisión, o ampliación sobre el concepto de despilfarro,por parte la Sra. Consejera ya que igualmente es un derroche el riego por inundación o las tres duchas en un apartamento en primera línea de playa.
Otra iluminada de la política...así nos va.
A esa política, sin puñetera idea de lo que dice, alguien de debe explicar que gracias a esas duchas= clientes se genera riqueza en este país.
Y digo yo, sin ofender a nadie...que digo yo, y si se preocupara de que sus colegas de profesión (mercenarios de la política) devolvieran todo que se han llevado, tendríamos de sobra, y no tener que castigar con tantos impuestos y todos tan felices.