El futuro turístico en la Cataluña de Torra

No me gusta tener que escribir este artículo. Lo hago solo y exclusivamente por “imperativo profesional”. De Cataluña me gustaría hablar de convivencia, presente democrático, tolerancia cívica y futuro español y europeo como una parte inexcusable del mundo libre.

Algún lector me echará en cara que este es un medio profesional sin que tengan cabida la “política”. Mi artículo no es político en esencia y puridad. Pero si toda actividad humana conlleva carga “política”, el negocio turístico mucho más. Sin confianza, orden, tranquilidad, estabilidad y garantía no hay turismo. Es algo tan obvio como la vida misma.

Pues bien, desgraciadamente, la realidad es bien distinta a la desiderata que describía al comienzo de este artículo. La realidad es que una élite oscura y egoísta ha impuesto sus dictados a una mayoría de catalanes que sólo aspiraban a lo anterior, esto es, vivir en paz y libertad y otear el horizonte con unas mínimas garantías de éxito.

La elección del edecán sumiso de Carles Puigdemont como nuevo president de la Generalitat, un tal Quim Torra, no arroja precisamente elementos de optimismo para que Cataluña continúe siendo uno de los destinos turísticos señeros en la España constitucional y europea. Lo acaban de decir los empresarios hoteleros de esta comunidad autónoma y los empresarios de todos los sectores.

XENÓFOBO, ULTRADERECHISTA Y SUPREMACISTA.

He leído los suficientes textos suscritos por el nuevo jefe del govern –artículos, tuits, declaraciones, etc…- para preguntarme cómo van a visitar la Cataluña presidida por este sujeto sacado del siglo XV ciudadanos europeos que llevan en su adn la lucha contra la xenofobia y la igualdad entre todas las razas del orbe. Me pregunto cómo van a poder visitar para su descanso y ocio un territorio encabezado institucionalmente por un atrabiliario dirigente que habla de la superioridad de la “raza catalana” y redacta textos que suscribirían sin ningún rubor líderes ultraderechistas nazis o aguerridos militantes del Ku-Kux-Klan.
Me pregunto cómo van a visitar la Cataluña de Torra ciudadanos libres de la España libre a los que el susodicho ha llamado “cerdos”, “sucios”, “guarros”, “ladrones”, “depredadores” y toda una orgía de descalificaciones e insultos que retratan a la perfección el alma (si la tuviera) del mandarín teledirigido a distancia.

He seguido con gran atención la encuesta de preferente.com referida a las perspectivas turística que ofrece la Cataluña de Torra. Tengo que escribir y escribo que el resultado (88% pesimista) y 12 por ciento positivamente entra de la más lógica cartesiana. Un tipo que llega para confrontarse, enfrentar y provocar no es el mejor caldo de cultivo para levantar nada. De Cataluña se han ido ya muchas empresas pero la impresión general es que el éxodo no ha terminado. Desgraciadamente.

Hemos hablado en multitud de ocasiones ya que el turismo es el sector de actividad que más está sufriendo por la crisis catalana. Que pregunten, por ejemplo, a Gabriel Escarrer, Pepe Hidalgo, Antonio Catalán, Amancio López o a cualesquiera.

De lo que se trata en lenguaje secesionista es aplicar el viejo adagio “cuanto peor, mejor”. Les importa una higa los empleos perdidos, los que pueden perderse aún y mucho menos el futuro turístico de la tierra que dicen defender.

Esto no tiene pinta de arreglarse, al menos a corto plazo. Lo que realmente les importa es imponer la voluntad de dos millones de separatistas frente a otros 6 millones de ciudadanos catalanes que no desean navegar por esas aguas. Dos millones de secesionistas que están lastrando las posibilidades de 46 millones de españoles.
¡Acojonante, oiga!