La impresión generalizada es que en el próximo año van a pasar muchas cosas en el amplio sector del llamado turismo español. Los doce meses que se van han sido pródigos en noticias con hechos relevantes de cara al futuro.
En efecto. El mundo se ha convertido en un pañuelo diminuto y precisamente el trasiego turístico, cada día más en aumento y con mayor calidad como corresponde a una evolución en términos generales positivos para la humanidad, es la actividad que más avanza, que más crece y que más optimiza sus conocimientos y experiencias. Pero cuando alguna potencia estornuda sus efectos se dejan sentir de inmediato en nuestra piel.
Bien. En el 2019 quebró el poderoso –hasta ayer– Thomas Cook que ha dejado el turismo de las Islas Canarias y también de otros destinos tiritando. En los doce meses últimos, Air Europa, una de las dos grandes compañías aéreas de España, ha ido a parar, si los tribunales de la Competencia no lo remedian, a manos de Iberia, que fue española al ciento por cien y ahora se duerme en las rodillas de la británica IAG. No se pueden poner puertas al campo.
¿Que nos deparará el próximo 2020? Nunca se sabe, pero es previsible que durante los próximos doce meses haya movimientos significativos a lo largo y ancho de todos los subsectores que iluminan el sector que representa casi el doce por ciento del Producto Interior Bruto Nacional. Los expertos entienden que en uno de los subsectores de referencia para anunciar cambios es el hotelero.
De hecho, ya se están rumoreando algunos. Tiene su lógica porque “small not is beatiful” dado los tiempos que corren y la globalización en la oferta de camas hoteleras. Por cierto, que los controvertidos “apartamentos turísticos” que eran la bestia negra de los hoteleros españoles, al final, se han convertido en auténticos objeto de deseo por parte de estos empresarios. Con grandes inversiones que se llevarán a buen término, según parece, a lo largo del próximo 2020.
Habrá, sin duda, nuevas compras y, por ende, nuevas ventas en los hoteles españoles, especialmente aquellas pequeñas cadenas que necesitan optimizar sus ventas de acuerdo con los nuevos cánones que ordenan la implantación de las Nuevas Tecnologías.
Pero serán otros asuntos los que también padezcan, no tiene que ser necesariamente negativo, cambios y grandes cambios. La internacionalización total y global de las inversiones turísticas españolas se verá afectada por los sucesos de índole política y social que a buen seguro se llevarán a cabo en los cinco continentes. Afortunadamente y en términos generales las inversiones españolas por ese vasto mundo gozan de extraordinaria salud.
Por lo que respecta al mercado doméstico y el receptivo dependerá en gran manera de cómo se vehícule el próximo gobierno del país que, al parecer, estará conformado por partidos netamente de izquierdas. Lo único que se les puede pedir a los nuevos responsables es que valoren lo que vale el Sector y sus aportaciones definitivas al empleo, el crecimiento y la balanza de pagos de España. El resto se dará por añadidura. Como suele decir un distinguido empresario, “lo mejor es que no estorben demasiado...”.
Lo que parece más seguro es que el impuesto (tasa) turístico se extenderá desde Finisterre al Cabo de Gata.
Espero y deseo – es una apreciación de índole personal– que durante el 2020 se consolide la tendencia a favor del turismo rural. Mantenga sus niveles de crecimiento de los últimos años y las autoridades locales, provinciales y regionales den valor a una modalidad de turismo que tiene en sí mismo potenciales de todo tipo.
¡Ojala!
Feliz año, queridos lectores.
“small not is beatiful” ...mi no entender...yo Tarzán, tú Chita...