Los peores augurios se están cumpliendo. El descenso de turistas incluso se empieza a utilizar ya como arma arrojadiza entre formaciones políticas siempre mirando de reojo lo que sucede en Cataluña, el principal destino español durante lustros y décadas. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Vayamos a lo nuestro y a lo que aquí nos convoca. El final del verano nos trae un vademécum cuajado de noticias relevantes para el sector que siempre terminan por imponerse a los exégetas del caos, de la piqueta y de la liquidación. Pese al ruido que provocan, por las actitudes excéntricas mayormente, siempre se terminan por imponer en el quehacer humano las actitudes positivas y lo positivo que es capaz de hacer cosas por encima de cualquier piqueta desnortada.
Dicho lo anterior, en el mapa de situación actual, del momento y de la coyuntura, los empresarios y emprendedores españoles del sector turístico han perdido el miedo al miedo y apremiados por la necesidad (han sufrido ya muchas crisis, han visto demasiadas orejas de lobo y no quieren caer en errores de antaño) quieren que no les pille el toro. Hay, en los albores del otoño 2018, algunas iniciativas realmente dignas de ser tenidas en cuenta y, por ende, de comentario y reseña.
En Aragón, empresarios y poder público se han puesto de acuerdo para ofrecer a los turistas extranjeros y nacionales con posibles una oferta de alto nivel a caballo entre la cultura, los parajes inéditos y legendarios, la gastronomía y el arte puro y sin condimentos. Los actores se han fijado prioritariamente en el mercado japonés que tiene una potencia económica impresionante.
TURISMO SANITARIO
Pero el gran filón, como me apunta uno de los principales expertos en cuestiones turísticas, está por explotar. Sabemos que hay mucho “turismo sanitario” que viene a España a encontrar buenos médicos, buena atención pública y mejor precio, esto es, generalmente gratis total si se apuntan a la sanidad pública española.
No estoy escribiendo, obviamente, de la sanidad pública. Spaincares es una empresa que agrupa en España a empresarios de la sanidad privada (ASPE), hoteles (Cehat) y balnearios (Anbal) que se creó hace algún tiempo con el objetivo básico de captar los flujos turísticos de salud. Su presidente es el ibicenco David Medina.
Lo tienen meridianamente claro. Es el momento de comenzar a picar el mencionado filón. Un filón que no sólo apunta a beneficios empresariales y a dividendos particulares, sino que puede representar una máquina de generar recursos para todo el país: puestos de trabajo, impuestos y toda la cadena de riqueza cuando un negocio funciona.
El objetivo marcado por Spaincares es captar 200.000 clientes en el 2020. Clientes con un alto poder adquisitivo (el viejo sueño a conseguir por la oferta turística española que sigue anclada en el sol y playa). Si en el 2016 llegaron 140.000 turistas sanitarios y dejaron 500 millones de euros hay que hacerse una idea cuando el kiosko empieza a funcionar a todo pulmón. Será, además, una fórmula ideal para dejar atrás el monocultivo de sol y playa, porque, en efecto, ese tipo de clientes no tienen estaciones establecidas previamente, aunque lógicamente pueden echar una mano a establecimientos hoteleros en temporada baja.
Es una iniciativa de primer orden para el sector. Quienes viajan por razones médicas gastan el triple que el resto de los que viajan. Pero hay más. Tiene que haber muchas más.
En anteriores entregas periodísticas a lo largo de la temporada he subrayado que había llegado el momento de poner en práctica la teoría tantas veces repetida y reiterada: hay que buscar otro modelo, eso sí, manteniendo lo sustancial, lo que nos ha hecho ser la segunda potencia mundial en turismo.
¡Vamos!
De reinventarse nada ....lo mismo de siempre ....no aconsejo a los jovenes que empleen 5 años de su preciosa vida en estudiar turimo aqui no hay renovacion es la misma hoterada de siempre
Hay que venir con ryan air
en colaborativas dormitair
con hospilales Esperanzair
ellos curar nosotros morir
tus palablas bla bla blin.